viernes, 25 de marzo de 2016

SUPERAR EL DUELO DE UNA PÉRDIDA

22 MAR

Aunque cada proceso de duelo es único, diferentes psicólogos y terapeutas han elaborado cuatro fases en el duelo.
  1. La primera fase es incredulidad, vacío y dolor insoportable. Puede durar varios días, incluso semanas. ¡¡No puede ser!!, suele decirse. No podemos reaccionar, ni sentir, ni pensar. Es un estado de no ser, no sentir, no pensar. Como si se tratara de una película en la que no podemos taparnos los oídos ni cerrar los ojos. Los acontecimientos se viven de forma difuminada. En cierto sentido, esta fase amortigua la intensidad de los sentimientos e impide que nos demos cuenta del significado total de la pérdida, hasta que estemos preparados para hacerlo.
  1. En la segunda fase, la pérdida acompaña al sentimiento de ausencia, y el dolor deja de ser insoportable, sucede que ya brota la necesidad de expresarse, al tiempo que aparece una imposibilidad de escucha.
  2. La tercera fase conlleva un principio de aceptación. Se es capaz de escuchar lo que servirá para aliviar el dolor y también se pueden compartir experiencias similares como, por ejemplo, en un grupo de apoyo.
  3. En la cuarta fase el proceso de aceptación madura, procediendo a transformar la pérdida. El vacío comienza a llenarse una vez más con vida y estamos dispuestos a dejar de sufrir.
En esta fase, podemos redescubrir el valor de los pequeños placeres. Este es un paso importante, ya que significa la superación de la culpabilidad. Este aspecto nos llevará a establecer contacto una vez más, con la abundancia de la vida.
Es quizás también el momento de ayudar a otros en procesos de duelo que nosotros hemos superado. Algo que incluso puede llenar nuestra vida de significado existencial.
Todos estos pasos nos llevan de una forma natural al más importante de los pasos:
Analizar lo que nos ha ocurrido y conseguir ver el lado evolutivo del proceso. Saber que ya nada ni nadie podrá separarnos, por ejemplo de esa persona. Es momento también de redefinir la palabra muerte. Muerte no significa ya borrón y fracaso, sino oportunidad de transformación y crecimiento.
En realidad, la muerte de un ser cercano es una oportunidad para replantearnos nuestra forma de vida.
Para superar el proceso de un duelo por una perdida yo te sugeriría:
– Reconocer la pérdida: decirnos a nosotros mismos que esto es algo que ha sucedido, que somos lo bastante fuertes y que vamos a sobrevivir.
– Dejar fluir el dolor: no negarlo ni anestesiarlo, sino experimentarlo.
– Repetirnos que no estamos solos y que hicimos todo cuanto estaba en nuestras manos.
– Otorgarnos el tiempo suficiente para curar nuestras heridas.
– Saber que el proceso de curación tiene sus altos y sus bajos.
– Hacer ejercicio, dormir bien, y no forzar ninguna actividad.
– Marcarnos un horario: estructurar el exterior mientras el interior todavía sigue atormentado.
– Postergar las decisiones importantes.
– Buscar y aceptar el consuelo y el apoyo de los demás.
– Rodearnos de cosas vivas: plantas, animales,..
– Reafirmar nuestras convicciones: descubrir una nueva espiritualidad o reforzar nuestras prácticas religiosas.
– Organizarnos para los fines de semana y las fiestas, evitando así encontrarnos demasiado solos en estos días.
– Recordar que seguiremos mostrándonos vulnerables durante meses e incluso durante años.
– Si todavía sentimos culpabilidad hacia la persona fallecida, escribirle una carta que después quemaremos.
– Repetirnos una y otra vez: ¡sobreviviré, un día volveré a recuperar mi serenidad! Escribirlo en un papel, y de ser necesario, ponerlo en un lugar donde podamos verlo con facilidad.
– Permitirnos acompañar por algún Terapeuta que nos pueda ayudar a transitar el camino. Esto puede aliviar enormemente el proceso, es un acto de amor hacia nosotros mismos.



Texto adquirido de la Escuela Española de Desarrollo Transpersonal.

sábado, 12 de marzo de 2016

Los miedos

EL VIRUS MÁS DEMOLEDOR DE NUESTRA ERA y EL QUE MÁS PANDEMIA ESTÁ OCASIONANDO ES EL MIEDO... y ESTE MIEDO PARALIZANTE, SE MANIFIESTA EN ESTAS CUATRO VERSIONES, QUE DESARROLLAMOS...

SI NOS ATREVEMOS A PRESENTARLE CARA, SI NOS ATREVEMOS A AFRONTARLO, HABREMOS CREADO LA DOSIS NECESARIA DE SU ANTÍDOTO... y  SOBRE TODO SIEMPRE NOS OFRECERÁ UNA DOSIS MÁS... PARA ENTREGAR GENEROSAMENTE A OTRO... Y QUE LA PANDEMIA SE ERRADIQUE.
"AFRONTAR NUESTRO MIEDOS... EN LUGAR DE REDUCIRNOS.... NOS EXPANDE"
Por MariaDelsÀngels
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1. MIEDO A LA SOLEDAD
Hay dos opciones que se pueden considerar:
La primera es que el ego trabaja en su banal causa de hacerte creer que realmente estás solo, que tu estás unido a los demás, con el fin de sentirte protagonista de la vida y encontrar el reconocimiento, en todos los niveles que te imagines, en la familia, en la pareja, en el grupo de amistades, en el trabajo y en la sociedad.
La segunda opción es que el Espíritu desea que recuerdes que eres parte de una Totalidad. Que tu siempre estás unido a la energía integradora de Dios, que se manifiesta en una llama interior que tu posees, una luz que debes expandir.
Cuando le das fuerza a esa luz interior, comienzas a mirar con los ojos de tu corazón y empiezas a ser consciente de que siempre tienes compañía. Es la compañía con tu ser interior y con tu Creador Supremo. Llegarás a comprender que la soledad es una maravillosa oportunidad de la vida para compartir contigo mismo; y justamente en este momento, empezarán a aparecer aquellas personas que vibrarán con tu misma sintonía e intensidad.
2. MIEDO A LA ESCASEZ
Superar el miedo a estar escaso, sin dinero u oportunidades para ser cada vez más abundante, requiere de un trabajo contigo mismo.
Debes darte la oportunidad para considerar que tus emociones sientan ese “deseo de merecer lo mejor para tu vida”. El sentimiento de víctima, es una señal de que el fantasma del miedo esta invadiéndote.
Hay una palabra de siete letras que, cuando la repites, empieza a dar claridad al estado de abundancia que hoy tienes. Esta palabra es “GRACIAS”.
Cuando agradeces por todo cuanto tienes en este momento y por lo que llegará a ti, comienzas a ser perceptible de todas las cosas que Dios te ofrece cada día. Gracias Dios por abrir los ojos este día de hoy, por poder respirar un día más. Gracias por la cama donde duermo, por las situaciones que parecen adversas; pero me Dejan sabiduría. Gracias Dios por la sonrisa que me regalo esa persona que no conozco. Gracias Dios por Tener trabajo, por la comida caliente, por la taza de cafe. Agradece y, en poco tiempo, todos tus deseos comenzaran a materializarse.
3. MIEDO A LA ENFERMEDAD
La enfermedad es un desequilibrio de tu estado de conciencia. Cuando empiezas a sentirte débil, está claro que perdiste tu fortaleza interior. “Enfermedad”, es una palabra compuesta del latin “in-firmus”, que significa “Sin Firmeza”.
Si comienzas a erradicar las auto-culpas, estarás dejando las cárceles del saboteo mental y te liberarás de estas ataduras.
El filosofo Platón dijo: “mente sana en cuerpo sano”. Piensa positivo respecto de ti mismo.
La enfermedad se contagia, perjudicando a otro ser, como se puede contagiar la salud.
Reconcíliate con el pasado, perdona íntimamente en tu corazón todos los sucesos de dolor y llena tu corazón de alegría, perdón y paz.
Permanece también en silencio, porque Dios te hablará en este espacio de meditación.
El remedio para la enfermedad es el Amor. Te daras cuenta que, de todos los medicamentos, el amor también crea adicción. Conviértete en un “adicto al amor”, llénate de amor, ya que nadie puede otorgar lo que no tiene, da amor y recibirás a cambio amor.
Estarás cada vez mas sano y lleno de vitalidad. El mundo necesita que estés saludable, para poder cumplir tu rol de ser un gestor de cambios en este planeta, que necesita curar su alma.
Si hay algo de lo que podemos estar seguros es que, cuando Dios lo disponga, partiremos de esta vida, no antes ni después. Cuando el médico nos da la primera nalgada para que comencemos a respirar, se activa la cuenta regresiva; ese tic-tac que nos indica que vamos yendo hacia el día que debamos “parar”. Es por eso que la vida es un constante “Pre-parar”, es decir, una invitación a trascender en cada instante vivido, hasta que llegue tu turno de “parar”.
4. MIEDO A LA MUERTE
Cierra tus ojos un momento e imagina que hace una semana que has muerto y que estás en el cementerio visitando tu propia tumba. Miras tu lapida y lees tu nombre, tus fechas de nacimiento y de partida de este mundo. A continuación, piensa en cual es la frase que escribiría la humanidad acerca de ti, en tu propia lapida:
Qué dirían de ti? Que fracasaste en muchas de las áreas de tu vida?; Que la gente agradece que hayas partido, porque les hiciste la vida amarga?; o Qué sienten profundamente tu partida y que dejaste un espacio vacío en la humanidad, que nunca nadie podrá llenar?
Qué diste? Qué cediste? Qué donaste? A quién ayudaste? De qué te privaste?
Escribe en un papel que es lo que deseas que quede grabado en la piedra, cuando partas de este mundo. Trabaja, día tras día, para acercarte a este enunciado que declaras.
El miedo a la muerte se supera, cuando tu meta es proyectarte en la Trascendencia de tu entrega, bondad, generosidad, desprendimiento, altruismo, amor al prójimo, capacidad de despojarte, sin condiciones, sin esperar retribuciones, que vivirá en la memoria y los corazones de quienes hiciste contacto en la vida e hiciste felices.
Tomado de Kapulli y Temazcal, antigua sabiduría Tolteca desde el sitio Deja fluir.